Título: Fahrenheit 451.
Autor: Ray Bradbury.
Año de publicación: 1953.
Editorial: Desconocida.
Según nos cuenta Ray Bradbury en una de las ediciones desconocidas de Fahrenheit 451, esta novela fue escrita en unos días, tal vez una semana y algo más, en una máquina de escribir rentada de una biblioteca en 1953. Y aunque en esos momentos aquellas hojas escritas con tinta, paciencia y descubrimiento se amontonaban a un lado de la máquina, esperando a ser ordenadas y corregidas, eran víctimas de los deseos de su padre y veían arder en sí mismas la vida de Guy Montag. Él es un bombero al que le gusta jugar con fuego, pero Montag no los extingue, sino que los provoca para quemar libros. Ciudadano en una sociedad futurista donde las pantallas gigantes y las relaciones sociales a través de un aparato son más importantes que la convivencia humana cara a cara, Montag conoce a una extraña muchacha de un día para otro, quien despertará una llama en la cabeza del bombero. Comenzará a cuestionar su trabajo, a pensar en las respuestas antes de contestar y a fijarse en esos detalles de su alrededor que antes solo eran manchas. Sin embargo, su humanidad hace presencia cuando en un incendio, la curiosidad le gana y, en vez de dejar todo consumirse en cenizas, se roba un libro… Y lo lee.
En la actualidad, en especial en los libros dirigidos al público juvenil, las utopías han resurgido como un género llamativo, a pesar de no seguir al pie de la letra las características propias de la definición de utopía que se enseña en el colegio (sociedades perfectas). Pero, si se recuerda, ¿cuándo las historias utópicas de ciencia ficción han terminado bien? La mayoría es como si fuera una risotada sarcástica, como si se burlaran de aquellos ingenuos que creyeron que alguna vez podría existir ese mundo soñado con humanos de por medio. En algunos libros, estas sociedades perfectas terminan en guerras, pero en Fahrenheit 451, el desenlace es una revolución de conocimiento. La quema de libros es un símbolo de la pérdida de la memoria, de negar todo lo que había sucedido antes que ellos, y eso para la humanidad es como la extinción.
También hay que adentrarnos más en el contexto de producción de la obra, Ray Bradbury señaló que esta historia fue tomando vida gracias a cinco relatos antes escritos, entre los cuales se destaca uno basado en un hecho que le ocurrió a él junto a un amigo escritor mientras paseaban por la tarde, cuando un policía los detuvo y los interrogó para saber qué hacían. Nuestro autor le respondió que paseaban, que respiraban, que conversaban, lo cual no convenció al uniformado. Aquí se deja entrever la relación del relato con la escena de Montag y Claire, la muchacha extraña que caminaba y paseaba por la noche como si fuera lo más normal del mundo (que si se contextualiza en la historia del libro, no lo era).
Fahrenheit 451 no es solo una historia sobre la quema de libros, sino sobre la libertad de expresión y la vida contemporánea que hemos adoptado, lo cual resulta curioso siendo que fue escrito en el siglo XX, lo que quiere decir que, como toda novela de ciencia ficción, se ha adelantado a los hechos, tal vez no en cuanto a tecnología se trate, pero sí en la carencia de humanidad en la sociedad.
En la actualidad, en especial en los libros dirigidos al público juvenil, las utopías han resurgido como un género llamativo, a pesar de no seguir al pie de la letra las características propias de la definición de utopía que se enseña en el colegio (sociedades perfectas). Pero, si se recuerda, ¿cuándo las historias utópicas de ciencia ficción han terminado bien? La mayoría es como si fuera una risotada sarcástica, como si se burlaran de aquellos ingenuos que creyeron que alguna vez podría existir ese mundo soñado con humanos de por medio. En algunos libros, estas sociedades perfectas terminan en guerras, pero en Fahrenheit 451, el desenlace es una revolución de conocimiento. La quema de libros es un símbolo de la pérdida de la memoria, de negar todo lo que había sucedido antes que ellos, y eso para la humanidad es como la extinción.
También hay que adentrarnos más en el contexto de producción de la obra, Ray Bradbury señaló que esta historia fue tomando vida gracias a cinco relatos antes escritos, entre los cuales se destaca uno basado en un hecho que le ocurrió a él junto a un amigo escritor mientras paseaban por la tarde, cuando un policía los detuvo y los interrogó para saber qué hacían. Nuestro autor le respondió que paseaban, que respiraban, que conversaban, lo cual no convenció al uniformado. Aquí se deja entrever la relación del relato con la escena de Montag y Claire, la muchacha extraña que caminaba y paseaba por la noche como si fuera lo más normal del mundo (que si se contextualiza en la historia del libro, no lo era).
Fahrenheit 451 no es solo una historia sobre la quema de libros, sino sobre la libertad de expresión y la vida contemporánea que hemos adoptado, lo cual resulta curioso siendo que fue escrito en el siglo XX, lo que quiere decir que, como toda novela de ciencia ficción, se ha adelantado a los hechos, tal vez no en cuanto a tecnología se trate, pero sí en la carencia de humanidad en la sociedad.
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