miércoles, 2 de abril de 2014

Los Mutilados - Reseña











Los Mutilados, 1923
Hermann Ungar
Siruela. Madrid
2012
160 páginas



En 1923 se publica Los Mutilados, novela escrita por Hermann Ungar (Boskovice, Moravia. 1893). En esta época podemos dar fe del cargo que el autor desempeña en la embajada de la antigua República de Checoslovaquia. Lo que no se encuentra claramente documentado es el periodo en qué Ungar escribe esta narración. ¿Habrá sido en la recuperación que las heridas de la Primera Guerra Mundial dejaron en él? ¿Quizás en el tiempo libre que le deja su ocupación de abogado? ¿Será uno de los guiones  teatrales que escribió que jamás llegó a ser representado en las tablas?

La figura del autor llega hasta nuestros días como un enigma y de esta misma manera construye al protagonista de Los Mutilados, Franz Polzer, quien jamás ha cambiado de trabajo o domicilio. Polzer jamás cambia de rutina. Todos los días hace el mismo recorrido de ida a su trabajo en la banca y de regreso a la habitación que arrienda en casa de la viuda Klara Porges.
Los martes visita a su amigo de la infancia Karl Fanta, quien vive con su esposa y cuyo cuerpo se cubre gradualmente de abscesos. Fanta ya ha perdido ambas piernas, debido a una enfermedad que jamás se nombra en el texto, y está próximo a perder uno de sus brazos.

La vida de Polzer pierde toda su lógica cuando Fanta –obsesionado con la idea que su mujer quiere dañarle- se instala con su enfermero Sontagg –antiguo matarife y actual fanático religioso- en la casa de Klara Porges. Con la llegada de los nuevos inquilinos, las obsesiones y patologías que han estado silenciadas en el interior de Polzer, se manifestaran en cada rincón y crujir de paredes y pisos del hogar de la viuda.

Elementos como fechas, estaciones, direcciones se desvanecen en la narrativa de Ungar, dejando que objetos e imágenes mentales tomen una condición de símbolo en la cabeza de nuestro protagonista –el sombrero del difunto esposo de Klara, un traje nuevo, la imagen de un santo sobre la cama, la raya blanca en la cabeza de Klara que divide sus cabellos, la mancha de sangre seca en el delantal de Sontagg- cruzando las coordenadas espacio temporales y configurando el devenir de cada acontecimiento.

A medida que avanzan las páginas, lo que comienza como una revisión a la monótona vida de Polzar da paso a la perturbación, para llegar a lo repulsivo y culminar en el pandemonio de las últimas páginas, donde la psicosis de Polzer se manifiesta en un acto final, que aunque quizás predecible no por ello es menos angustiante, dejándonos solo ruido y confusión.

Novela inquietante que nos consume tal como la languidez de un pesado sueño causado por un sinfín de horas en vela y solo se dispone a terminar con el grito que provoca la insospechada pesadilla que llevamos en nuestro interior. A pesar de la destreza y fuerza del autor, Los Mutilados no es una lectura grata, pero la perversidad tiene cierta hermosura. Al terminar las últimas líneas y cerrar el libro, las palabras que Ungar ha escrito habitan en nuestro interior. Y es que ¿no son acaso las peores pesadillas las que se quedan con nosotros durante el día?

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