lunes, 21 de abril de 2014

Las cenizas de la felicidad









Título: Fahrenheit 451.
Autor: Ray Bradbury.
Año de publicación: 1953.
Editorial: Desconocida.



Los libros y relatos de ciencia ficción se caracterizan por la innovación tecnológica como una ventaja para la sociedad, sepultando, aparentemente, bajo estos avances la complejidad psicológica de los personajes, como si fueran otro invento más del futuro. Fahrenheit 451 es lo mismo y lo contrario, nos encontramos con avances científicos y tecnológicos prácticos para la vida cotidiana, pero también con el desarrollo retrospectivo del protagonista, Guy Montag, en cuanto a su humanidad.

La persona contemporánea del siglo XXI vive en el libro sin saberlo. Tenemos medios de comunicación que superan cualquier expectativa del siglo pasado, pero aun así no logramos comunicarnos del todo, ya que lo que prima es el aparato que nos facilita la comunicación, no el mensaje ni los hablantes en sí mismos. Fahrenheit 451 provoca esto, quien acceda a él creerá que todo se trata sobre la quema de libros y atesorará el que tiene en las manos para no caer en la barbaridad de los villanos del libro, sin comprender que al hacer eso, se están convirtiendo en los antagonistas de su propia historia: “No es libros lo que usted necesita, sino algunas de las cosas que en un tiempo estuvieron en los libros”, diría el profesor Faber. Lo importante no es el medio, sino lo que nos cuentan y el cómo nos cuentan esta historia, y Ray Bradbury proyecta esto en la abundancia de diálogos reflexivos entre los personajes como monólogos interiores, los cuales mantienen en latente sintonía a la historia, a la crítica de obras literarias y su valor para la humanidad. Estas cavilaciones pueden conducir a diversos puntos, pero todas parecieran encontrarse en una encrucijada que Clarisse McClellan inquiere y deduce en su primer encuentro con el protagonista:


—¿Es usted feliz? —preguntó.


—¿Que si soy qué? —replicó él.

Guy Montag puede representar lo que somos en la sociedad, unos fieles sirvientes de las masas y de las nuevas tecnologías, olvidándonos de nuestra condición como seres humanos y de una necesidad tan primordial para nuestra existencia: La felicidad: “Cuando mayor es el mercado, Montag, menos hay que hacer frente a la controversia, recuerda esto”. En Fahrenheit 451 se profundiza esta lucha del hombre contra el mundo por la felicidad individual por sobre la colectiva, abandonando los intereses de los demás e ignorando los riesgos que supone ir en contra de las leyes de comportamiento implícitas establecidas por los grupos sociales. Con una prosa que da la sensación de ser pequeñas chispas incendiaras de todo un sistema social establecido, Bradbury escribe esta historia para ser consumida por las mismas llamas de sus bomberos pirómanos. Transforma a un protagonista sin rumbo ni ideas propias, en el ideal de persona crítica que abre los ojos para ver en lo que se ha convertido el mundo en el que vive, concluyendo en una travesía interna y personal de quien busca permanentemente aquella felicidad de antaño que ya no existe en su realidad, pero donde el mero hecho de seguir buscándola, significa que no todo está perdido.


Un clásico de la literatura escolar, eso es este libro tan conocido de Ray Bradbury, con el que se busca promover la diversidad de opiniones entre los estudiantes y la valorización de los libros en los jóvenes, al mismo tiempo que se desaprovechan las interrogativas morales y psicológicas que podrían fomentarse para acercar más a los lectores al protagonista y a su historia, para que así, ellos puedan sentirlas arder como propias.

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